13/10/2016

En la última década se ha producido una devaluación y relativización del trabajo de los arquitectos y sus honorarios profesionales. Me gustaría hacer una reflexión y señalar algunas de las causas y a continuación explicar las razones por las que se debería contar con sus servicios.
Desde un sector de la sociedad, por desconocimiento, ha surgido la creencia de que la función del arquitecto es un trámite burocrático, no siendo conscientes del verdadero papel del arquitecto dentro del proceso proyectual y constructivo, así como las responsabilidades derivadas del ejercicio de la profesión. Por otro lado la situación económica actual ha propiciado en algunos casos bajadas temerarias de honorarios por la necesidad de captar encargos a cualquier precio, con una influencia negativa en la calidad del trabajo final.
Estas son algunas de las razones por las que se debería contar los servicios profesionales de un arquitecto:
El arquitecto es capaz de materializar a través de un proceso creativo las necesidades y deseos del cliente. El arquitecto posee las herramientas necesarias para dar respuestas creativas y funcionales a las necesidades particulares de cada proyecto. Una relación fluida con el cliente y los distintos agentes intervinientes en un proyecto garantiza un producto exitoso. Dado los costes de inversión y amortización de cualquier tipo de proyecto, la presencia o ausencia del arquitecto puede suponer el disfrute o el sufrimiento de la vivienda, local, o construcción en cuestión.
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El trabajo del arquitecto tiene una repercusión directa en el coste de la obra. Por su formación y experiencia es capaz de dar una óptima solución proyectual y constructiva, que satisfaga las necesidades de cada cliente y garantice una construcción eficiente y sostenible, con un control de los gastos, tiempo de ejecución y calidad del producto, evitando futuras anomalías derivadas de una mala práctica constructiva con sus correspondientes reparaciones.
Concibe y organiza las distintas fases y etapas de la obra, optimizando tiempo y recursos, realizando las gestiones administrativas necesarias y analizando la viabilidad técnica y económica de cada proyecto. Todo ello permite tener una visión global al cliente de los gastos y plazos de ejecución que deberá afrontar, minimizando imprevistos y ajustando el proyecto al presupuesto del que dispone.
Valor añadido. Un buen diseño arquitectónico con calidad en la construcción aumenta el valor inmobiliario de la propiedad.
Con todo lo descrito me gustaría desechar la falsa creencia de que la contratación de un arquitecto es un gasto adicional, el arquitecto tiene una repercusión directa en la calidad de la construcción, en la correcta gestión y ejecución de las obras, lo que se traduce en un importante ahorro en las mismas y que es el técnico cualificado para aportar un óptimo diseño que satisfaga las demandas de cada proyecto.
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Alberto Saavedra Díaz